Todo tiene un origen…. Y no me refiero a ninguna precuela ni a ningún remake.
Llevo más de 10 días, desde que colgamos nuestro Manifiesto, a modo de declaración de intenciones, sin saber muy bien de qué hablar.
Era mi primera entrada y por tanto, tenía que ser a lo grande. Tenía que ser una peli de las consideradas super-culto e imprescindible…. Pero este ha sido precisamente mi error. Sin ánimo de ser pretencioso ni vanidoso, iba descartando cualquier película que asomara por mi cabeza, puesto que siempre tenía una excusa en mente: esta no… por que no es un clásico; esta otra tampoco, por que es demasiado moderna; esta de más allá, no por que es mejor esta otra;…. Y así, una tras otra hasta quedarme completamente bloqueado.
Cuando uno ha visto tanto sobre el género, siempre se pone a sudar cuando le formulan la típica pregunta tonta: “Y cuál es tu peli de miedo favorita ¿?”…. Pues a joderse toca, por que ahí, me has dado! Muchas, a montones, a centenares…. Recuerdo no hace poco, me pidieron una mini lista o selección de 5 películas imprescindibles, y en un santiamén, me planté con 30 títulos, y encima tenía remordimientos de consciencia, por que me estaba dejando a más de la mitad de lo visto; y otra mitad, mucho mayor de pelis que todavía no he visto….
En fin, ahora entendéis un poco mi vacío neuronal, no ¿?
Hasta que, obtuve una pregunta en mi mente, que dejó claro el camino que debía seguir:
– Qué es el terror ¿? Qué es el miedo ¿? Pánico ¿?
Estoy harto que muchas veces, se diga o comente: “esta peli no es de miedo…” o “y eso es miedo…. ¿?”; cuando los que lo afirman son simples borregos, que se creen que entienden de cine, y les da igual hablar de pelis de super-héroes, romanticoides o pelis chorras. Y estos, se permiten el lujo de tales afirmaciones ¿? Y un cojón!
El terror sería aquel sentimiento o sensación de miedo en su escala máxima, es decir, señores y señoras, tendríamos que pasarlo, muy, pero que muy mal en el cine. No olvidemos que el miedo son todas aquellas emociones que generan un sentimiento o sensación de desagrado, peligro real, inminente o futuro. Por tanto, podemos decir que el miedo es emoción primitiva que se deriva de la aversión natural al riesgo o la amenaza, y que se muestra tanto en animales como en los humanos.
Pero a diferencia de los animales, si a ellos se les extirpa la amígdala (zona del cerebro, situada en el lóbulo temporal, y que se activa ante este tipo de sensaciones), dejan de tener miedo; y en cambio, esto no sucede en nosotros (como mucho cambiaría nuestra personalidad y nos calmamos más).
La sensación de miedo produce cambios fisiológicos, tales como: se incrementa el metabolismo celular, aumenta la presión arterial, la glucosa en sangre y la actividad cerebral, así como la coagulación sanguínea. También, se detiene el sistema inmunológico, la sangre fluye a los músculos mayores (extremidades inferiores, en preparación para la huida) y el corazón bombea a gran velocidad para llevar hormonas a las células (especialmente, adrenalina). Y los cambios visibles: agrandamiento de los ojos, dilatación de las pupilas, la frente se arruga y los labios se estiran horizontalmente.
Y durante un ataque de pánico o las personas que tienen fobias, se produce una retroalimentación del miedo, que impide una ponderación del auténtico riesgo, por que se magnifica y se lleva al extremo, esta sensación de miedo.
Tras leer, este rollazo que os acabo de meter, muchos de vosotros, recordaréis de pequeños, cuándo fue la primera vez que tuvisteis miedo o terror por primera vez, verdad ¿? Y casi todos, en un punto o en otro, coincidiremos a miedos primarios, tales como: a la oscuridad, a las habitaciones cerradas, a los truenos, etc, etc…. Es como si a medida que vamos creciendo, vamos dejando atrás la inocencia, y vamos descubriendo que hay cosas malas y que por tanto, pueden generarnos terror o pánico.
El Exorcista (Dir: William Friedkin, 1973)
Y recordando estos días, cuál fue la primera vez que tuve miedo viendo una peli, he tenido que remontarme hasta el 1983-84, ano arriba–ano abajo, que fue cuando visioné por primera vez, El Exorcista (Dir: William Friedkin, 1973)… Bueno, mejor explicado, visionarla no sería de todo correcto, pues me acuerdo perfectamente, que era un sábado por la noche, y no sé muy bien por qué pero todavía estaba levantado, y estaba sentado expresamente en una silla en el comedor de casi de mis padres, para ver sólo de refilón la TV, y en las imágenes más terroríficas, me tapaba los ojos, para no ver nada, pero evidentemente, el sonido sí que lo oía, y fue una experiencia espeluznante!! Además, si añadimos la puta musiquilla del gran genio Mike Oldfield, pues peor me lo ponéis.
Evidentemente, en su momento, esa película marcó a muchos de nosotros (bueno, los que nacimos en los 70 y a finales), y es ser demoníaco que era Regan MacNeil (Linda Blair), con todo ese maquillaje y voz de posesa, acojonaba a cualquiera. Tiempo estuve, sin volver a ver la peli de amarras, y hasta bien crecidito y con pelos en los… no me vi con el coraje y el valor suficiente por verla. Si nos remontamos a esa época, y en una sociedad eminentemente cristiana, siempre se nos inculcó miedo al Diablo, Satán, Lucifer, Belzebú, etc. Imaginaros tener una vecinita como Regan, la mar de mona toda ella, pero con una posesión de 3 pares de cojones!!!
Aunque pasados unos años, la sensación ya no fue la misma, siempre tendré un buen recuerdo de esta película, por que hubo una época, muy señores míos, a falta de tanta digitalización y FX’s, los resultados eran igual de buenos o superiores que a todos los recursos que ahora se tienen… Por ejemplo, actualmente, no soporto cuando una película utiliza sangre digitalizada, me pone de los nervios. La sangre es sangre, y ningún ordenador será capaz de mostrarnos un coágulo mejor formado, que el que nos muestra la propia naturaleza.
Tampoco quiero hacer ninguna apología de los 80’s frente a cualquier otra época, pero era una época, donde a falta de recursos y presupuestos millonarios, se primaba más el ingenio y la agudeza…. Y actualmente, andamos un poco escasos.