Esta es la primera incursión americana del polifacético realizador japonés, Shunji Iwai (anteriormente premiado en Sitges con All About Lilly Chou-Chou – Riri Shushu no subete en 2001).
En esta ocasión, Vampire se convierte en una apuesta totalmente personal del Sr. Iwai pese a ser un film para el mercado Hollywoodiense. Este hecho lo vemos claramente reflejado en el apartado técnico del film, ya que Shunji Iwai se encarga de: guión, realización, producción, montaje y música. Se puede participar en más cosas ¿?
Vampire es una (incorrecta) versión contemporánea y moderna del mundo vampírico. Alejados de los vampiros con colmillos y capa, esta película nos mostrará un visión diferente del vampirismo. Pero pese a ser una idea muy brillante y fresca, el film no acabará de funcionar.
Vampire se queda a medio camino entre el vampirismo y los asesinos en serie, es decir, Iwai toca ambas temáticas pero no ahonda lo suficiente en ellas, obteniendo un resultado muy descafeinado. Pese a intentar ser una película intimista y con un trato directo, todo queda en pinceladas o brochazos según se mire.
Vayamos al lío…
Un joven (28 años) profesor de Biología de un instituto, Simon (Kevin Zegers) tiene una doble vida. Cuida de su madre enferma de Alzheimer, Helga (Amanda Plummer, una de las actrices favoritas del cine indie) que vive atada a un arnés y unos globos que le impiden que se escape. Este extraño artilugio es invención de su hijo.
Pero Simon, oculta un macabro secreto, es un asesino en serie apodado: El Vampiro. Obtiene sus víctimas de una web llamada Sui Site (Suicide Site), un foro que aglutina a personas de tendencias suicidas. Bajo un sobrenombre o nick name, Simon se pone en contacto con sus bellas y guapas víctimas, y las convence para que donen su sangre. Él actúa como maestro de ceremonias en el último aliento o suspiro de sus entregadas víctimas. La operación es muy sencilla pero efectiva: drenar la sangre de sus víctimas, extrayéndolo de una forma elegante e indolora. Este elixir (sangre) ejerce un efecto hipnotizador en nuestro vampiro, que no dudará ni un segundo en bebérselo, como una manera de unirse a ellas, de conservar parte de su vitalidad en su interior.
El perfil de sus víctimas siempre es el mismo: jóvenes bellas con tendencias suicidas, y que por una causa u otra, no quieren seguir viviendo. Así pasarán por sus manos: Jellyfish (Keisha Castle-Hughes), Kristin Kreuk o Rachael Leigh Cook. Pero una de sus víctimas: Ladybird (Adelaide Clemens) y el vínculo emocional que establezca con ella hará que cambie su visión o su manera de entender lo que hace.
Simon, un tipo inteligente, cautiva a sus víctimas hasta convencerlas para que participen en un experimento, a modo casi de donación voluntaria de su sangre. No olvidemos que la sangre sólo representa el 8% de nuestros fluidos corporales, y sólo con drenar 2/3 partes se obtiene la muerte. En este sentido, Simon es el instrumento eutanásico de sus víctimas, es decir, para él ejerce de manera correcta, ya que sus víctimas se entregan casi de forma voluntaria.
Para mí otro de los grandes errores del film, es mostrarnos una visión humana de un asesino en serie. No olvidemos que Simon mata personas por muchas tendencias suicidas o bolladas estén sus víctimas. No creo que se pueda humanizar un hecho así, aunque el que lo haga tenga cara de no haber roto nunca ningún plato y tenga problemas como cualquier otro.
Esta humanización del asesino (del «vampiro«) es totalmente ficticia e irreal: su intento de tener novia con Michaela (Jodi Balfour), intento de tener vida social, su papel de buen profesor y consejero con una de sus alumnas, Mina (Yû Aoi), que precisamente intenta suicidarse o el hecho que se enamore, le quitan toda credibilidad como asesino.
Un asesino en serie no puede presentarse como una persona con sentimientos y emociones; y a la siguiente escena, se está pelando a una tía! Tampoco estoy de acuerdo que siempre debamos representar al asesino de la misma manera: trauma infantil, inadaptado social, inestable emocionalmente y carente de toda empatía o sentimiento… Pero de ahí, a hacerlo como en Vampire es pasarse.
Si eso lo unimos al tema vampírico, obtenemos una visión confusa o desvirtuada del film. Para mí, para empezar el título es igualmente erróneo, pues Vampire no es una película de vampiros como siempre los hemos entendido. Otra cosa bien diferente, es que se utilice la sangre como fuente vital o portadora de energía o vida; pero ello, no hace falta unirlo al tema vampírico.
La sangre es un elemento que puede ser utilizado como elemento independiente, sin vincularlo a los seres con colmillos, así que para mi gusto, es todo un fallo!
Eso sí, Vampire está muy bien realizada y técnicamente, es correcta; pero la historia confunde y no está bien desarrollada. Esperemos que el siguiente film del Sr. Iwai no se titule Zombie y trate sobre el canibalismo… A buen entendedor, vampiros le sobran!